Muy a menudo, ocurre que la persona abriga un deseo ardiente para empezar una nueva página en su vida, pero asocia este esperado momento con alguna coyuntura de la vida, como puede ser una mejora de su situación o de su estatus; puede asociarlo, asimismo, con una determinada fecha o una ocasión especial, como un aniversario o el comienzo de un nuevo año.
.
A la espera de este cambio, la persona tiene la impresión de que cuando se produzca le dotará de una fuerza y vigor extraordinarios, transformando su apatía en viveza y su desesperación, en esperanza. Esto es pura ilusión, puesto que la renovación de la vida emana, primero y ante todo, del fondo del alma.
.
En efecto, una persona que afronta el mundo con resolución y tenacidad nunca sucumbiría a las circunstancias que le rodean, por muy duras que fueran, sino que, más bien, mantendría la calma y la serenidad, a la vez que intentaría sacarles provecho a dichas circunstancias.
.
Ello es semejante a las semillas de las flores: estando cubiertas de barro, se labran un camino hacia la superficie, hacia los rayos del sol, recibiéndolos con una fresca fragancia; de este modo, transforman el barro y el agua sucios en un vivo color y en un fragante olor.
.
Ocurre lo mismo con la persona que, siendo dueña de sí misma y de su tiempo, mantiene su libertad de movimiento y su poder de acción ante las adversidades, sin esperar ninguna ayuda externa.
.
La persona puede llegar a reconstruir su vida explotando sus potenciales y fuerzas latentes, así como las oportunidades que se le presenten, por muy escasas que fueran.
Dejar una contestacion